En el artículo anterior, te hablé sobre la profecía autocumplida y te di algunos consejos para mejorar tu percepción. Como te dije, tienes dos opciones: alterar el detonante y modificar tu interpretación de los mensajes que te llegan. Normalmente, la segunda opción es la más factible porque SOLO DEPENDE DE TI.
Por ello, esta vez me gustaría centrarme en ejercicios prácticos. Quiero compartir contigo algunas técnicas que seguro que te ayudan a tomar el control de la manera en que percibes las opiniones ajenas y propias.
Hoy, te traigo 3 estrategias para hacer frente a las ideas parásitas, evitar que se expandan y fortalecer la percepción que tienes sobre ti mismo/a.
Apuesta por una actitud neutra
«Piensa en positivo» o «Confía en lograrlo» son consejos habituales y que, de hecho, no están mal como base. Sin embargo, cuando no te sientes suficiente para lograr algo, es complicado revertir esa percepción y generar confianza. Por tanto, esta primera estrategia pretende generar un cambio menos radical.
Lo que te recomiendo es que encuentres la posición más neutra posible. ¿Cómo? Pues bien, piensa en una habilidad que te interese adquirir y lánzate a aprenderla. Sin opiniones. Trata de olvidar por un momento los límites que te has impuesto o los que te imponen desde el exterior. Simplemente dedícale tiempo a esa habilidad.
Vamos a verlo mejor con un ejemplo. Imagínate que ves a un amigo resolviendo el cubo de rubik y piensas «no soy capaz de hacerlo, no tengo suficiente visión espacial». ¿Es así realmente? Es decir, no te voy a asegurar que no lleves razón. Sin embargo, lo que está claro es que no es algo que puedas llegar a saber si no lo compruebas de manera práctica.
Se trata de actuar. Probablemente no sepas hacerlo porque nunca te has puesto a ello. Puede ser que empieces a aprender y te enamores del progreso que vas logrando. Quizá, y solo quizá, llegue un día en el que alcances la solución y consolides el proceso.
¿Lo ves? Adoptar una actitud neutra es esto: dejar de tomar decisiones por la opinión que tienes sobre tu potencial. Ponerte manos a la obra. Es posible que te cueste freír un huevo ahora porque no has enfatizado en ello nunca, pero, ¿eso implica que no puedas llegar a cocinar cientos de platos en un futuro?
Adapta la exigencia. Cambia el foco.
Muchas veces, perdemos el interés hacia el aprendizaje de una habilidad porque el listón impuesto está muy alto. El problema es que solemos aspirar a alcanzar el nivel de personas que llevan toda la vida o que, incluso, tienen una habilidad innata que expande su potencial.
Para hacer más sencilla la labor de progreso y facilitar la actitud neutra de la que te hablaba anteriormente, es necesario adaptar la exigencia. Esto puede ser logrado de diversas maneras, pero la que más me gusta es jerarquizar los objetivos.
La clave aquí es que no persigas el objetivo global, sino que dividas este en otros más sencillos para centrarte en ellos. Poner el foco en la meta general te obliga a dividir enormemente tu atención. Cuando simplificas, tu atención gira completamente en torno a la siguiente tarea concreta.
En el ejemplo del cubo de Rubik que te comentaba antes, esto puede ser aplicado fácilmente. Se trata de que en lugar de enfocarte hacia la resolución completa, dividas el proceso en pasos que debes aprender, y te centres en interiorizar un paso tras otro, en orden.
De esta forma, es fácil reducir el estrés y, además, generar una mayor motivación y concentración hacia la tarea. Además, cuando te des cuenta… ¡habrás logrado la meta final!
Si quieres profundizar en este método de organización de objetivos, puedes pasarte por este artículo.
Mindfulness
Hasta ahora, te he hablado de dos estrategias que acompañan a la adquisición de habilidades. Por tanto, trabajan sobre tu percepción de manera indirecta.
En este último caso, me gustaría hablarte de una técnica que aborda directamente la manera en que te ves y en que percibes el tiempo y el espacio que te rodea. Es una estrategia que, sin duda, está en auge actualmente: el mindfulness o conciencia plena.
En relación a lo que te comentaba en el apartado anterior, pensar demasiado en el futuro y en el camino que queda por recorrer es la causa de la incapacidad de actuar en el presente y, en consecuencia, de la falta de confianza.
El mindfulness es una técnica que pretende hacer frente a este problema (y muchos más), mediante la consecución de una conciencia completa sobre el momento y la situación actual. Además, también ayuda a generar esa actitud neutra de la que te he hablado antes, ya que una de las premisas es «no juzgar».
Hay varias maneras de hacer ejercicios de mindfulness. Puedes usar meditaciones guiadas (hay miles en las distintas plataformas digitales) u optar simplemente por cerrar los ojos, contemplar tu respiración y dejar pasar los pensamientos que aparezcan poco a poco.
Con 5 o 10 minutos, esta técnica puede llegar a generar un cambio enorme en tu forma de afrontar los obstáculos a medio/largo plazo. Basta con hacerlo cada día antes de levantarte o, si lo prefieres, al irte a la cama por la noche. ¿A qué esperas para probarlo?
Lo bueno de estas estrategias es que puedes usarlas para todo (en el caso del mindfulness, en cualquier momento). Si las complementas con los consejos que te di en el artículo enlazado al principio de esta publicación, verás cómo evoluciona tu autoestima y generas confianza hacia ti mismo/a.
Espero que te haya gustado el artículo. ¿Se te ocurre alguna otra técnica? ¡Compártela en los comentarios! Nos vemos la semana que viene.