En cualquier carrera, cuando empiezas a aprender, abordas primero los fundamentos básicos de manera teórica y los estableces bien en tu memoria. A partir de ahí, comienzas a ponerlos en práctica. Después, te especializas en una rama Por último, saltas a la acción, encontrando tu primer trabajo. Pero, ¿qué ocurre a partir de aquí? ¿acaso se acaba el aprendizaje?
Estoy seguro de que has escuchado en numerosas ocasiones eso de que nunca se deja de aprender. Entonces, ¿por qué permitimos que nuestra aprendizaje se ralentice tanto o, incluso, se detenga una vez buscamos un trabajo estable?
Hoy, me gustaría compartir un par de consejos sobre cómo afrontar tu crecimiento profesional una vez que ya tienes trabajo. De esta forma, no solo seguirás mejorando tus expectativas profesionales, sino que desarrollarás una gran motivación y una actitud muy sana hacia tu labor.
Cambia tu perspectiva
En general, solemos tener esa percepción de que el trabajo es una gran limitación para continuar aprendiendo. Esto se justifica principalmente con la falta de tiempo disponible. Además, la labor profesional suele consumir mucha energía, permitiéndonos también la excusa de no tener ganas una vez termina nuestra jornada.
Sin embargo, es el momento de cambiar esa idea. ¿Cómo? Pues bien, es innegable que el trabajo, al ocupar una gran parte de tu día a día, consumirá tiempo y energía útiles para llevar a cabo otras acciones como el aprendizaje. Aun así, tener un trabajo también abre dos puertas muy interesantes.
Por una parte, el trabajo aporta experiencia. Esto te ayuda a reforzar el aprendizaje previo y, de la misma forma, a poner en práctica los nuevos conocimientos que vayas adquiriendo a la vez que trabajas. Por tanto, se podría decir que el trabajo en sí mismo cumple una importante labor de apoyo al crecimiento personal en cuanto a que sirve para aplicar la teoría aprendida.
Además, también puedes empezar a ver tu ocupación como una oportunidad de experimentar, es decir, como un laboratorio. Existen problemas que solo tienen una solución, pero en cualquier profesión también hay muchos obstáculos cotidianos que se pueden resolver de diversas maneras, cada una más creativa que la anterior. Por ello, puedes aprovechar tu jornada laboral para probar aquellos conceptos y procedimientos que hayas leído o escuchado en un ambiente perfectamente realista.
En definitiva, ¿no es el trabajo la excusa perfecta para poner a prueba tus aprendizajes? ¡De este primer consejo derivarán los dos siguientes, así que tenlo muy en cuenta!
Refuerza tus puntos débiles
Como te he comentado en el punto anterior, la práctica laboral te ayuda a reforzar el conocimiento. Pero no solo eso, sino que te brinda la opción de detectar y analizar tus fortalezas y debilidades. Esto es muy positivo porque, en ocasiones, tenemos conceptos equivocados acerca de lo que se nos da bien y lo que se nos da mal. No somos conscientes de nuestras verdaderas habilidades hasta que nos enfrentamos a situaciones reales.
De esta forma, puedes estructurar tu aprendizaje en base a este análisis. En mi opinión, es mejor centrarse en reforzar aquellos aspectos en los que seas más débil. Esto se debe a que potenciar tus fortalezas no te hará crecer más, ya que tus puntos débiles lastrarán tu avance. Por el contrario, si mejoras esos rasgos hasta que dejen de ser debilidades, tu nivel general aumentará de forma automática.
Si te interesa saber cómo potenciar tus debilidades y optimizar tu aprendizaje, te invito a leer este artículo, donde te cuento 4 consejos para mejorar la manera en que desarrollas cualquier habilidad.
Aprende de los obstáculos que encuentres en tu camino
Cuando estás estudiando antes de trabajar, te basas en los problemas que se te plantean de manera hipotética para desarrollar tu habilidad resolutiva. Sin embargo, nunca encontrarás obstáculos más contextualizados y realistas como los que te plantea una ocupación.
En este sentido, tu trabajo te muestra cada día una serie de situaciones reales que debes enfrentar. Lo mejor de todo es que puedes establecer relaciones comunes entre las situaciones. Es decir, al final te enfrentas siempre a problemas similares, pero con matices que los diferencian. ¿Qué significa esto?
Pues bien, este hecho te permite enfocarte en perfeccionar tu capacidad para hacer frente a dichos obstáculos, generando una buena actitud y las aptitudes necesarias para mejorar tu desempeño laboral. Mi consejo es que selecciones un tipo de problema, lo analices, busques información y, si es necesario, inviertas tiempo y dinero en aprender a resolverlo de la forma más óptima posible.
En conclusión, la clave para crecer continuamente es explorar y extraer oportunidades de aprendizaje de las situaciones que se te presentan. Este consejo no es aplicable solo al ámbito profesional, sino a cualquier experiencia que tengas a lo largo de tu vida.
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