El año 2020 ha sido, sin duda, uno de los más extraños que hemos vivido. Pocas veces en la historia de la humanidad una situación ha tenido impacto en todos los lugares del mundo al mismo tiempo.
De hecho, de las personas que formamos la sociedad actualmente, solo las generaciones más longevas han vivido un bloqueo a escala mundial comparable (el conflicto armado de la Segunda Guerra Mundial), y ni siquiera este afectó a tanta gente.
Lo positivo es que, poco a poco, podemos vislumbrar la luz al final de este largo túnel. Por ello, y aprovechando el nuevo año que entra, quiero compartirte 4 aprendizajes que considero que todos deberíamos adquirir a partir de las experiencias de 2020.
La importancia del trabajo
Uno de los primeros cambios que sufrimos, al comenzar el confinamiento en Marzo, fue la adaptación del mundo laboral a lo digital o, en su ausencia, la pérdida del trabajo (aunque fuera provisional en muchos casos).
Es cierto que existe una gran cantidad de gente que ha encontrado en el teletrabajo una forma provechosa de llevar a cabo su labor. Sin embargo, hay diversos aspectos que ponen en evidencia la necesidad que había de volver a la rutina laboral previa al confinamiento.
En primer lugar, diversos estudios han demostrado la caída de la productividad laboral durante esta etapa de teletrabajo. Esto puede deberse a que el entorno en el que una persona trabaja está destinado únicamente a esa labor. Pero eso no ocurre cuando trabajas en casa ya que, generalmente, este suele ser tu lugar de descanso.
Por otro lado, es necesario remarcar el trabajo como elemento socializador. A pesar de que para muchos pueda formar parte de una pesada rutina, lo laboral nos hace cambiar el chip, despreocuparnos de los problemas cotidianos y establecer nuevas relaciones. Demasiada gente no pudo desconectar de su vida personal por no moverse de casa cada día, lo cuál provocó diversos obstáculos psicológicos.
En definitiva, se trata comenzar a valorar el trabajo como un elemento muy enriquecedor en nuestra vida, dándole la importancia que merece.
¿Realmente tenemos poco tiempo?
Es cierto que resulta fácil transmitir esa idea de que hay tiempo para todo en la vida habiendo reducido tanto la variedad de actividades.
Sin embargo, este apartado va más dirigido a esa actitud que hemos encontrado necesario desarrollar para permitirnos rellenar nuestro tiempo. Hemos tenido que tirar de creatividad para no parar y caer en la procrastinación.
Este nos ha hecho darnos cuenta de que no solo existe una cantidad ingente de tiempo en nuestras vidas, sino que además somos capaces de desarrollar las herramientas y estrategias necesarias para aprovecharlo. Si lo miras desde esa perspectiva, resulta incluso motivador pensar que nuestra habilidad creativa es tan increíble.
Por ello, la clave aquí reside en trasladar esa creatividad que tuvimos que poner en práctica durante el confinamiento (y que seguimos teniendo que utilizar porque las opciones siguen estando algo limitadas) a nuestra vida en general, especialmente cuando consigamos volver completamente a la normalidad.
¿Calidad o cantidad?
Siguiendo con el tiempo, existe otra reflexión que extraigo, personalmente, de esta experiencia: la idea no es intentar hacer más cosas en el mismo tiempo, sino en seleccionar lo importante y dedicarle el tiempo que haga falta para hacerlo bien.
Gracias al elevado tiempo de reflexión del que hemos dispuesto, nos hemos dado cuenta de lo acelerados que vivimos, de que intentamos abarcar más tareas de las que podemos llevar adelante y de la cantidad de estímulos que nos bombardean diariamente.
En consecuencia, solemos hacer demasiadas tareas rápido y mal. ¿No sería mejor llevar a cabo una selección de los aspectos que realmente son importantes y darlo todo en ellos?
Disfrutemos de los detalles
Respecto al tiempo compartido con los que nos rodean, hemos pasado de necesitar verlos en persona a ser extremadamente felices con una videollamada o simplemente escuchando sus voces.
Por un lado, nos hemos dado cuenta de que somos lo que somos gracias a nuestros seres queridos. Y es que lo que más hemos echado de menos no ha sido el trabajo, las actividades de ocio o viajar. Ha sido estar con los que hacen de nuestro mundo un lugar agradable y bonito.
Por otra parte, hemos aprendido a apreciar los pequeños detalles, los momentos compartidos a distancia y, más importante aún, los reencuentros.
Espero que te haya resultado interesante esta reflexión para despedir el año. Ojalá nunca olvidemos lo que nos ha enseñado esta situación. Te deseo lo mejor para el próximo año. ¡Feliz 2021!