Te he hablado en varias ocasiones sobre la productividad y la eficiencia, tanto en el trabajo como en la vida personal. Sin embargo, hoy toca mencionar a uno de los mayores enemigos de la mentalidad productiva: la procrastinación.
La procrastinación es ese hábito que nos lleva a retrasar nuestras tareas y responsabilidades de una manera sistemática, sustituyéndolas por otras acciones que no son provechosas o que, al menos, no cumplen con el objetivo establecido para ese momento. ¿Te suena?
Todos y todas pasamos en ciertas fases de nuestro día a día por este problema, aunque algunas personas caigan menos que otras. Es un hábito complicado de evitar. Y, por si fuera poco, suele ser cíclico. Cuando más procrastinas, menor es tu motivación y más aumenta el estrés, por lo que acabas, de nuevo, en la procrastinación.
Por todo ello, hoy quiero que conozcas a fondo este hábito perjudicial y, además, te daré algunos consejos para disminuir tu tendencia a caer en la procrastinación.
¿Qué aspectos influyen en este problema?
Como te he comentado, no todo el mundo se ve afectado de la misma forma. Hay dos aspectos fundamentales que influyen en la procrastinación.
Por una parte, encontramos el aspecto personal y, en muchos casos, innato. Existen personas que tienen integrada en su personalidad una mayor tendencia a procrastinar. Esto puede deberse a diversos factores, como la dificultad para mantener la atención en la tarea o el perfeccionismo (paradójicamente, alguien perfeccionista tiene más facilidad para retrasar las tareas, ya que piensa que no podrá hacerlas tan bien como desea).
Por otro lado, existen factores relacionados con la naturaleza de la tarea. Por ejemplo, las tareas difíciles o largas suelen inducir a la pérdida de tiempo y al retraso de las mismas. Esto ocurre a causa de que, cuando nos enfrentamos a una actividad tediosa, es más sencillo que perdamos el foco, ya que la meta es difusa y no somos capaces de visualizarla.
Los 2 tipos de procrastinadores
Aunque el problema parezca similar en todos los casos, puedes encontrarte con dos tipos distintos de procrastinación: la procrastinación activa y la pasiva.
El procrastinador activo es aquel que retrasa la tarea pero acaba haciéndola, generalmente bien. Ya sea porque trabaja mejor o por otros motivos que ocurren durante ese tiempo que no dedica a la actividad, el procrastinador activo encuentra en la procrastinación una fórmula para alcanzar sus metas.
Por contrapartida, el procrastinador pasivo es aquella persona que retrasa el trabajo y se dedica a otras actividades que nada tienen que ver o que no beneficien a esa tarea inicial. Además, es muy probable que no acabe realizando la labor o que la lleve a cabo a medias.
Si perteneces a este segundo grupo, es el momento de abordar el problema y superarlo. De lo contrario, puede influir negativamente en diversos ámbitos: en la competencia profesional, en lo económico, en lo social e, incluso, en el ámbito personal.
4 consejos para superar la procrastinación
A continuación, te expondré una serie de consejos para abordar este problema. Dos de ellos se enfocan hacia la modificación de la tarea y los otros dos hacia ti mismo/a.
Simplificar las tareas
Si recuerdas, te he hablado de que la naturaleza de la tarea es un factor esencial a la hora de determinar si vas a procrastinar o no. Por tanto, la clave reside en convertir tareas complejas en tareas simples y abordables.
De esta manera, permites una mayor visualización del éxito, que no solo influye en la motivación, sino que también te permite mantenerte enfocado en tu tarea.
Además, te recomiendo poner un deadline o fecha límite. El deadline ayuda a organizar el trabajo y a no aplazarlo, ya que, sí o sí, te obligas a terminarlo para la fecha fijada.
Establecer un contexto para pasar a la acción
Otra técnica muy útil para facilitar la realización de una tarea es fijar un contexto y un momento para realizarla. Esto tiene mucho que ver con la planificación diaria, de la que te hablo aquí.
Cuando más concretes este contexto, más fácil te lo pondrás para visualizar la tarea y, en última instancia, llevarla a cabo. Por ejemplo: «Mañana, a las 11h, después del café, repasaré los últimos mensajes de mi correo».
Limitar el uso de las redes sociales
Las redes sociales son uno de los grandes enemigos de la concentración y la productividad. Por tanto, es recomendable limitar su uso lo máximo posible.
Hace unos años parecía que estaban destinadas a las nuevas generaciones, pero hoy en día están presentes en nuestra vida, sea cual sea nuestra edad.
El mayor problema radica en cómo afectan en el sueño. Cuanto más se usan, menor es la calidad del sueño. A su vez, esto provoca cansancio, lo cual desemboca en procrastinación (somos más propensos a perder la concentración cuando estamos fatigados).
Si no te ves capaz de limitar el uso de las redes sociales, no te preocupes. Existen algunas aplicaciones móviles, como Antisocial, que se encargan de esto por ti.
La Regla de los 5 segundos
Para terminar, te animo a que lleves a cabo la regla de los 5 segundos. Esta clave reside en que, cuando se te ocurre una tarea a realizar, tu cerebro tiene 5 segundos en los que debe decidir ponerse manos a la obra. Sino, pierde completamente la concentración, y esa tarea se queda en el aire
¿Y tú? ¿Qué tipo de procrastinador/a eres? ¿Conoces otros consejos para superar este problema?
Espero que el artículo te haya resultado útil. Muchas gracias por tu atención. ¡Que tengas buena semana!