El otro día, mi hijo, Juanma, se encontró con un obstáculo en el bus. Resulta que el chófer no se dio cuenta de que él iba a salir y cerró la puerta. Entonces, Juanma tuvo que bajarse en la siguiente parada. Al principio, esto le pareció lo que él mismo llamó «una cosa horrible», ya que conocía el camino desde la parada en la que siempre se bajaba pero no desde la anterior ni la siguiente.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo sin que respirara hondo, razonara y decidiera llamarme y explicarme lo mejor posible dónde estaba. En su caso, se encontró con un obstáculo desconocido y, en lugar de ahogarse en ese vaso de agua, buscó la manera de salir. A esto es a lo que llamamos ser flexible.
La flexibilidad y la adaptabilidad son habilidades muy útiles, ya que nos aportan diversos beneficios: salir de la zona de confort, abordar nuevos desafíos y superar problemas que, en primera instancia, no sabríamos resolver.
Por todo ello, en este artículo quiero hablarte sobre cómo mi hijo ha sido capaz de desarrollar su adaptabilidad para que tú también puedas ser más flexible. Hoy te traigo 4 consejos para adaptarte a cualquier obstáculo.
Cómo ser más flexible y adaptable frente a cualquier obstáculo
La adaptabilidad es una de esas habilidades cuyo aprendizaje teórico es fácil pero que, a la hora de la verdad, puede resultar complicado aplicar de forma práctica. Por ello, te recomiendo que lleves a tu vida cotidiana los siguientes 4 consejos. Nunca olvides que la práctica hace al maestro.
Aprende a diferenciar lo que depende de ti y lo que no
Uno de los rasgos ideales que muchas filosofías de crecimiento asignan a las personas felices y exitosas es que conocen lo que depende de ellos mismos, y se centran específicamente en eso. Es decir, lejos de intentar abarcar y cambiarlo todo, prefieren llevar a la perfección ese pequeño grupo de circunstancias que pueden mejorar.
¿Dependía de mi hijo que el chófer cerrase la puerta? ¿dependía lo que YA había ocurrido? No, pero sí dependía de él la manera de arreglar ese problema. Por eso enfocó su esfuerzo en ello.
En realidad, existen tantos aspectos que puede resultar abrumador tener que diferenciarlos. Pero piensa que es un ejercicio que, como cualquier otro, puede automatizarse. Mientras tengas en mente la premisa, y trates de ponerla en práctica, distinguirás cada vez con más claridad aquellas circunstancias en las que merece la pena centrarse.
Identifica los caminos que se abren, no los que se cierran
Una vez has enfocado tu atención en aquellos aspectos que puedes controlar, es el momento de descartar los desenlaces que se han cerrado a causa del problema. De nuevo, estamos ante un trabajo de enfoque. En este momento, lo importante es detectar las oportunidades.
Piensa que lo único irremediable e insuperable en esta vida es la muerte. El resto de circunstancias siempre tienen un después. ¿Qué significa eso? Pues que siempre van a existir oportunidades y caminos a seguir tras presentarse un problema en tu vida.
¡Ojo! Lo mejor es no caer en ese intento de verlo todo positivo. Lo importante es que existen alternativas. Pero eso no implica que dichas alternativas sean mejores o peores que la situación previa o el desenlace que habías imaginado.
Quizá el hecho de que te despidan no trae circunstancias mejores que las que había. Pero sí existen esas circunstancias posteriores. Por tanto, es el momento de atenerse a ellas.
A problemas, soluciones
Ya has centrado tu atención en los aspectos que puedes controlar y, posteriormente, en los caminos que se abren. ¿Qué te queda? Pues buscar una manera de superar el obstáculo.
En la resolución de problemas no hay patrones ni opciones limitadas. Resulta que cada problema es un mundo. Y no solo eso, sino que cada persona es un mundo a la hora de afrontar dificultades. Aun así, si has seguido los dos consejos anteriores, las opciones que te quedan serán mayormente positivas (o, al menos, te ayudarán a seguir adelante).
A mí me gusta comparar la superación personal con una bola de nieve. Cuanto más te esfuerzas en aplicar el hábito de buscar soluciones, más soluciones encuentras. Por tanto, más te superas. Y al seguir creciendo, sigues aumentando el esfuerzo para superarte. En otras palabras, todo es empezar.
El daño ya está hecho. Por tanto, ¿te estancas en el dolor o buscas la cura?
Asume tu imperfección
Los tres consejos anteriores forman un camino progresivo que hace falta seguir en orden. Sin embargo, existe una actitud que debes desarrollar de manera transversal a ellos: la asunción de tu imperfección.
Cuando entiendes que no lo sabes todo y que no vas a ser capaz de poner solución a todo obstáculo que se te ponga por delante, ganas en tranquilidad y en evitar estrés innecesario.
«Pero, Paco, me acabas de decir que todo trae salidas y oportunidades». Y lo mantengo. Sin embargo, hay problemas para los que no nos parecen suficientes las soluciones si antes no asumimos que no somos perfectos.
Te animo a aplicar cada uno de tus consejos a tu día a día. Como te he comentado, solo se aprende a ser flexible si se pone en práctica.
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Muchas gracias por tu atención. ¡Hablamos la semana que viene!