La semana pasada, te hablé sobre adaptabilidad. Esta habilidad te permite estar preparado para los cambios, asumir las circunstancias que te rodean y actuar en base a tu situación, sea cual sea. En ese artículo, te comentaba algunos consejos para potenciar la adaptabilidad en tu equipo profesional, generando un ambiente favorecedor y motivante ante los imprevistos.
En este caso, me gustaría enfocarme en ti mismo/a como persona. Hoy, quiero compartirte un hábito muy útil para desarrollar tu capacidad de afrontar cambios, de adaptarte a lo novedoso, de salir de tu zona de confort. Lo que te propongo para entrenar tu adaptabilidad es obligarte a cambiar tu rutina, a hacer modificaciones, de manera constante, haya o no necesidad de ello. ¿Comenzamos?
Prepárate para los cambios en las buenas y en las malas
En 2020, se repitió mucho esa idea de «el cambio del cambio». A una sociedad volátil, que ya de por sí se encontraba en constante variación, se unió un nuevo invitado: El Covid. Esto provocó un vuelco a la dinámica a la que estábamos acostumbrados. La pandemia nos mostró que no estábamos lo suficientemente preparados para enfrentarnos a nuevas situaciones, y aún hoy sigue haciendo de las suyas.
Esto, lejos de hundir a los que abogamos por el desarrollo personal, nos motiva. Es una muestra de que siempre hay que continuar trabajando en uno/a mismo/a, que hay que estar preparado/a para cualquier desafío. Pero, ¿cómo puedes mantenerte alerta? ¿Existe alguna manera de prevenir los obstáculos que se avecinan?
La respuesta es un sí con matices. Bien, estarás de acuerdo contigo en que no somos videntes. Es impensable adivinar lo que depara el futuro, y mucho menos tener preparadas todas las soluciones a los problemas hipotéticos. No obstante, lo que te voy a proponer a continuación te va a ayudar a entrenar tu templanza, tu capacidad de análisis y tu actitud frente a los cambios.
La idea es que generes modificaciones en tu vida de manera consciente y constante. Es muy agradable pensar en un día a día sin salir de la zona de confort pero, ¿esto es realista?
No te desanimes, el simple hecho de que me estés leyendo, cuando podría apetecerte cualquier otra actividad lúdica, demuestra que vas por el buen camino. ¡Vamos a llevarlo al siguiente nivel!
Retoca tus hábitos
El punto por el que puedes comenzar con mayor facilidad es modificar tu rutina periódicamente. Esto es simple y se puede llevar a cabo de diversas maneras. Tener hábitos es esencial. Además, bajo mi punto de vista, es obligatorio para reducir la actividad mental dirigida a tareas triviales y favorecer la constancia. No obstante, también es importante que logres un equilibrio.
La idea no es que cada día afrontes la jornada de una forma diferente, sino que, de vez en cuando, introduzcas pequeños cambios. Esto puede ir desde cambiar de orden tus tareas, hasta dejar de hacer ciertas cosas durante un tiempo.
A mí me gusta hacerlo semanalmente. Por ejemplo, hasta ahora realizaba mis ejercicios de yoga después del desayuno. Sin embargo, esta semana me he propuesto hacer esta rutina y, después, desayunar. Puedes plantearlo de esta manera.
Otro ejemplo podría incluir la modificación dentro de una determinada tarea, como hacer la cama de una forma diferente o lavarte los dientes en sentido contrario. Cualquier cambio sirve para mantener al cerebro activo y dispuesto a modificar sus patrones de conducta.
Añade nuevas actividades y proyectos
Si bien el punto anterior era sencillo, este implica un esfuerzo mayor, pero también una recompensa más apetecible. Se trata de potenciar tu desarrollo personal y profesional mediante nuevos proyectos y objetivos. Como ves, esto no solo beneficia tu capacidad de adaptación, sino que te enriquece. Por tanto, se produce en ti una motivación intrínseca enorme.
Puedes incluir estos cambios en cualquier ámbito de tu vida, desde lo más personal e individual, pasando por lo social, y llegando hasta lo profesional. Ejemplos hay miles, como empezar a practicar un deporte, salir más a menudo con tus amigos o tu pareja en tu tiempo libre, desarrollar una nueva habilidad relacionada con tu profesión o incluso buscar un trabajo distinto.
Lo bueno de esto es que también trabajas otros aspectos como la planificación, la fuerza de voluntad y el diseño de objetivos. Introducir este tipo de modificaciones tiene un impacto muy positivo en nuestras vidas. Según como yo lo veo, nunca deberíamos dejar de hacer cosas nuevas y de proponernos desafíos diferentes.
En definitiva, sal de tu zona de confort
Los dos consejos anteriores van enfocados a que abandonas esa zona en la que te sientes cómodo. La adaptabilidad no es más que la capacidad de dejar atrás unos hábitos para adoptar nuevos desafíos y tareas que sean más beneficiosas.
De hecho, te recuerdo que la zona de confort no siempre es positiva. A veces, nos aferramos a situaciones que, por algún motivo, nos hacen sentir cómodos, pero que realmente no nos aportan nada bueno. En estos casos, estamos permaneciendo en nuestra zona de confort. Cuanto antes nos demos cuenta de que es perjudicial, antes podremos fluir con los cambios que se dan a nuestro alrededor.
¿Qué te parece? ¿Te unes al cambio? (en realidad es casi una pregunta retórica, porque nadie puede huir del cambio).
Espero que te haya resultado interesante este artículo. Si es así, te animo a leer otras publicaciones como esta, donde te hablo sobre objetivos y cómo organizarlos. Además, publico un artículo a la semana, por lo que puedes seguirme y así no perderte ninguno.
¡Que tengas buena semana!