Si te pregunto por tu día a día, seguramente uno de los primeros pensamientos que te vendrán a la cabeza es esa pesada rutina que repites cada jornada. Pero ¿realmente sabes por qué llevas a cabo estos hábitos regularmente? ¿Conoces los beneficios de tener una rutina?
En primer lugar, los hábitos generan automatismos. Esto conlleva desarrollar una constancia casi sin darte cuenta, lo que te permite cumplir tareas y alcanzar objetivos de manera continua y regular.
Además, teniendo hábitos es más complicado que tengas que depender de tu disciplina. Tanto si eres una persona disciplinada como si te cuesta cumplir, este rasgo es como un músculo, es decir, a lo largo del día se fatiga. Por ello, es importante cuidarlo y recurrir a él solo cuando sea necesario.
Y, lo más importante, los hábitos te ayudan a agilizar tareas, haciéndolas más rápido conforme más las automatizas. Esto te permite aumentar tu tiempo libre, el cual puedes dedicar a otros objetivos. Por tanto, cada día te verás con la capacidad de abarcar más retos.
Eso sí, para beneficiarse de estas ventajas, es necesario que optimices tu rutina. Por ello, hoy te traigo una lista de consejos para sacar el máximo provecho de tu rutina y ser una persona hiper productiva.
Los 3 consejos para exprimir al máximo tu rutina diaria
Como te he explicado antes, desarrollar una rutina puede ser muy beneficioso, pero siempre y cuando los hábitos sigan un orden óptimo y se complementen. Estos 3 consejos te ayudarán a organizar tu rutina lo mejor posible.
Lleva a cabo las tareas más tediosas al principio
Curiosamente, el primer consejo tiene que ver con la disciplina, de la que te he hablado antes. La idea es que trates de empezar tu día a día con esas tareas que más te cuesta hacer.
Es complicado mantener el mismo nivel de disciplina todo el día porque conforme este avanza, estás más cansado, y te cuesta sacar esa determinación para cumplir con tus tareas.
Por ello, te harás un favor a ti mismo, si sitúas en primer lugar esas acciones que más pereza te da hacer. Así consigues quitarte la preocupación de tener que hacerlas después.
Y no solo eso, sino que encima logras mucha motivación. Ocurre que cuanto más reacios somos a cumplir un objetivo, ya sea por pereza o por dificultad, más satisfacción obtenemos al lograrlo.
Ordena la jornada según la dificultad de las tareas
El segundo punto esencial se basa en ordenar el día priorizando las tareas más duras.
¡Ojo! No se debe confundir este punto con el anterior. Una tarea puede ser dura y no requerir mucha disciplina, o viceversa. Por ejemplo, revisar el correo cada día puede ser una tareas que te dé pereza y te cueste hacer por su monotonía, pero no es para nada una tarea dura.
Dicho esto, voy a darte la clave para este punto: la primera tarea que hagas en la jornada nunca debe ser una tarea dura, porque aún estás en proceso de coger ritmo. Eso sí, a partir de activarte, todas las tareas deberían seguir un orden descendente según su dificultad.
Por ejemplo, imagina que mañana llegas al trabajo, organizas tu jornada y te encuentras con que tienes que leer un artículo, elaborar un extenso informe y hacer una lluvia de ideas para un nuevo proyecto.
Lo suyo sería darle prioridad al informe, que es lo que más dificultad tiene. Después, como las otras dos tareas no son muy duras, podrías elegir leer el artículo porque requiere mayor disciplina. Por último, harías la lluvia de ideas, ya que los procesos creativos suelen ser más cómodos y llevaderos.
Ten en cuenta que la mente se fatiga antes que el cuerpo
Por si aún te quedaban dudas sobre ciertas actividades, te traigo este pequeño consejo para terminar: haz primero las tareas que requieran de actividad mental y, luego, las físicas.
Ocurre que la mente tiende a fatigarse antes que el cuerpo. De hecho, cuando tienes la mente fatigada, el físico puede seguir haciendo tareas. Sin embargo, en general cuando tu cuerpo está fatigado, es complicado mantener el ritmo en las tareas mentales.
Por ello, aunque es recomendable empezar el día con algo de ejercicio físico (unos sencillos estiramientos), lo ideal es realizar las sesiones deportivas más exigentes después de haber completado todas o la mayoría de tareas mentales que debas realizar ese día.
Cada persona es un mundo así que… ¡Adapta tu rutina!
A pesar de que estas directrices son cruciales para diseñar una rutina óptima, no debes olvidar que eres tú el que llevará a cabo esta organización en tu día a día. Por ello, te recomiendo probar e ir adaptando la planificación de tus jornadas a tu ritmo.
No hay dos personas en el mundo que vivan en la misma situación. Por lo que, con el tiempo, encontrarás variables que funcionarán mejor para ti. No tengas miedo de poner en práctica estos cambios y modificar lo que necesites para que se amolde a tu vida.
¿Y tú? ¿Aplicas o conoces otras ideas para sacar el máximo provecho de la rutina diaria? ¿Cómo organizas tus días? ¡Te leo en los comentarios!