Si te hablara de espíritu crítico, ¿qué sería lo primero en lo que pensarías? Seguramente, se te venga a la cabeza un momento en el que expresas tu opinión sobre una situación política, un evento deportivo o un conflicto laboral.
Sin embargo, los procesos críticos no se reducen a opiniones. De hecho, aprender a ser crítico/a es la clave para mejorar la toma de decisiones en tu día a día. Esto se debe a que, durante la reflexión por la que eliges la mejor opción estás utilizando opiniones.
Lo que está claro es que las decisiones que tomas determinan quién eres y hacia dónde te diriges. Por esto, hoy quiero hablarte sobre cómo mejorar esa capacidad de tomar decisiones mediante un pensamiento reflexivo, crítico y ético.
Elimina los prejuicios y las opiniones injustificadas
Es innegable que utilizamos la intuición de manera automática en todos los aspectos de nuestra vida. Además, esta capacidad tiene mucho que ver con la supervivencia, por lo que es una función que todos los seres vivos tienen desarrollado de una manera o de otra.
Sin embargo, no podemos dejar cualquier decisión que tomemos en manos de esta decisión. Las decisiones conscientes requieren de un examen objetivo de las opciones que se presentan. Es por esto que te recomiendo reflexionar sin el piloto automático activado lo máximo posible. La clave es encontrar el equilibrio entre el efecto positivo de un prejuicio y la posterior valoración racional de las opciones y las características que las definen.
Como ejemplo, tenemos el proceso selectivo de un nuevo trabajador para una empresa. Si te has encargado de esto alguna vez, sabrás que no es sencillo elegir. Pues bien, en estos casos siempre te encontrarás con ideas previas o prejuicios. Esto ocurre porque es una decisión que implica en mayor medida un aspecto muy humano: valorar y criticar a los demás.
Sin embargo, aunque una primera imagen puede indicarte una tendencia, esta no puede ser confirmada sin un estudio de los hechos. Una apariencia física arreglada y cuidada puede llevarte a pensar que un candidato es ordenado y disciplinado, pero no debe convertirse en una cualidad definitoria. Utiliza los prejuicios como indicador inicial.
Emociones: ¿buenas o malas compañeras para tomar decisiones?
A raíz del punto anterior, puede surgirte la siguiente duda: ¿el aspecto emocional es beneficioso o perjudicial para mejorar mis elecciones? Pues bien, este hecho es muy relativo.
Siempre se ha dicho que las emociones son perjudiciales, que nos hacen débiles y que reducen el efecto de la razón al mínimo. Así, se ha relacionado una mayor inhibición de la emoción a una toma de decisiones más acertada. Sin embargo, al igual que con la intuición, lo importante es buscar un equilibrio.
Para entender esta idea, podemos remitirnos a la idea del Marcador Somático que Antonio Damasio propone en su libro «El error de Descartes». Este sería el proceso que, utilizando las emociones y los sentimientos, nos permitiría reducir el número de opciones disponibles y dirigir nuestra decisión final. Para entendernos, es como la conducción asistida en un coche.
De esta forma, es sencillo comprender que tus emociones juegan un papel esencial en cualquier paso que das. Por ello, ni se deben omitir, ni puedes abusar de ellas. En su justa medida, son muy sanas y te sirven como apoyo.
No tengas miedo a equivocarte
Como te habrás dado cuenta, nuestra sociedad penaliza los errores desde que somos pequeños. Esto sería positivo si no generase un miedo generalizado a equivocarse que, en última instancia, puede llevarnos a jugar seguro, a no salir de nuestra zona de confort, a no tomar decisiones.
Por ello, el tercer consejo que quiero darte es que enfrentes el error, lo abraces y te aproveches de él. Muchas veces, la mejor manera de elegir correctamente es arriesgando y tomando la opción incorrecta hasta hallar la adecuada. De hecho, la mayoría de decisiones necesarias en el día a día permiten equivocarse y rectificar. A veces, incluso ocurre que todas las opciones son positivas a su manera.
La cuestión es asumir que sin tropezar no vas a aprender. La enseñanza de lo correcto no siempre está en los libros. Esto se ve muy bien cuando hablamos de relaciones sentimentales. Piensa en el tiempo de noviazgo: ¿no es sino un período en el que las dos personas se conocen, aprenden y, sobre todo, se dan cuenta de si toman la decisión más acertada estando juntos? Es más, si me apuras, este tiempo de aprendizaje se extiende toda la vida… ¡fíjate si hay posibilidad de cometer un error!
Toma decisiones cuyas consecuencias puedas asumir
A pesar de que no debes tener miedo a equivocarte, siempre tienes que poner atención en las personas que se pueden ver afectadas por tus errores. Es importante no olvidar que somos responsables de nuestros actos, y que nuestra libertad para aprender termina donde empieza la de cualquier otra persona. Es decir, está bien equivocarse y crecer en base a ello, pero intentando perjudicar lo mínimo posible a los que te rodean.
Este último pequeño consejo marca una gran diferencia. La ética colectiva y social no debería quedar nunca por debajo del beneficio individual. Aun así, siempre hay excepciones. Por ejemplo, entendemos y asumimos las consecuencias de muchos de los errores que cometen nuestros hijos o hermanos menores, especialmente durante su juventud.
Espero que estos 4 consejos te hayan ayudado a aclarar tus ideas respecto a la toma de decisiones. Como te he comentado al principio, este aspecto es muy importancia porque cada elección que llevas a cabo te define y determina las metas y los objetivos que puedes llegar a lograr.
¿Añadirías algún consejo? ¡Te leo en los comentarios!
Muchas gracias por tu atención. ¡Hasta la semana que viene!