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Las 3 distorsiones cognitivas que te impiden salir de tu zona de confort

¿Cuántas veces te han dicho que debes salir de tu zona de confort con más frecuencia? Hasta yo mismo te he hablado de ese tema en este artículo. El problema es que nos centramos en los motivos por los que deberías tomar decisiones arriesgadas pero solemos olvidar cómo se genera la actitud necesaria para ello.

Por si te encuentras perdido/a, te lo resumo en una frase: salir de tu zona de confort implica abandonar tu seguridad con la perspectiva de lograr nuevas recompensas o, en su defecto, aprendizaje.

Hasta aquí todo bien. Te sabes la teoría y conoces lo mucho que puedes llegar a obtener cuando arriesgas. Entonces, ¿por qué acaba costando tanto dar el paso? ¿qué motivo lleva a que muchas personas no sean capaces de tomar decisiones arriesgadas nunca?

Pues bien, resulta que existen unas alteraciones del pensamiento, llamadas distorsiones cognitivas, que evitan que razonemos con claridad. Hoy, quiero hablarte de estas distorsiones cognitivas y, en particular, de las 3 principales culpables de que te cueste salir de tu zona de confort. ¡Vamos allá!

Hipergeneralización

La hipergeneralización es una de las distorsiones cognitivas más presentes en nuestro día a día. Básicamente, se define como aquella alteración de la mente por la que convertimos un hecho puntual en una conclusión general. Es decir, ocurre cuando vivimos una situación y, en base al resultado, tratamos de predecir otras situaciones similares en el futuro.

En principio, esto te puede sonar aceptable. De hecho, dicho de esta manera, se puede considerar como una guía para hechos venideros. El problema surge cuando nos damos cuenta que tendemos a caer en esta distorsión cognitiva con situaciones negativas. Un ejemplo muy claro es el de esa persona que prueba un nuevo deporte y, al primer error que comete, ya piensa que se le da fatal.

Lo que ocurre es que, al generar conclusiones generales, las elecciones futuras se ven influenciadas negativamente, generando una tendencia al rechazo hacia cualquier nueva experiencia de ese tipo. Sin embargo, este obstáculo puede combatirse. La clave reside en desarrollar un pensamiento objetivo de forma consciente. Es decir, considerando aquellos momentos en los que cometes errores, pero también aquellos en los que obtienes un resultado positivo.

Si vas a jugar al pádel por primera vez, seguramente haya situaciones en las que falles. Sin embargo, también tendrás momentos de lucidez en los que sientas una gran satisfacción. ¡Tenlos en cuenta!

Visión catastrofista

Como su propio nombre indica, esta distorsión cognitiva se caracteriza por generar imágenes pesimistas y catastrofistas como resultado de cualquier acción. Es la representación más pura de la llamada Ley de Murphy, conocida popularmente: «si algo malo puede pasar, pasará».

Esta alteración de la mente tiene una relación muy directa con la toma de decisiones, afectándola enormemente. Esto ocurre porque, esencialmente, ya estás poniéndote en lo peor desde el principio, lo cual puede bloquearte durante tus acciones e incluso llevarte a la inactividad absoluta. Seguro que conoces a alguien que es la personificación del catastrofismo, ¿verdad? ¿Cómo es su actitud ante la vida? ¿Suele arriesgar?

Si quieres tratar de evitar al máximo esta distorsión cognitiva, puedes optar por una solución similar a la propuesta en la hipergeneralización: apuesta por la objetividad. Simplemente debes centrarte en considerar todos los posibles caminos que puede tomar una decisión. De hecho, incluso, los resultados negativos puedes ligarlos con el aprendizaje (en la mayoría de situaciones).

Al fin y al cabo, cuando tenemos un hijo, todos vamos con algo de miedo. Sin embargo, siempre impera la perspectiva de que saldrá bien y de que, si se cometen errores, habrá tiempo de aprender de ellos y solucionarlos.

Abstracción selectiva

Por último, la abstracción selectiva o filtraje se basa en dar más peso a los aspectos negativos de un hecho. Puede sonar similar a la visión catastrofista. Sin embargo, la diferencia tiene mucha importancia: la visión catastrofista se centra en las consecuencias futuras, mientras que la abstracción selectiva se da con cualquier característica presente ya existente.

Como ejemplo, tenemos a esa persona que, incluso habiendo logrado un objetivo o un resultado generalmente positivo y satisfactorio, es capaz de sacar algo malo de la situación, llegando a darle más importancia que a lo bueno. Llevado al extremo, esta puede llegar a ser una de las causas de una depresión.

El gran obstáculo que deriva de la abstracción selectiva es que, al extraer la parte negativa de cualquier hecho, se elimina lo logrado, generando una sensación de insatisfacción y descontento. Esto puede terminar provocando una idea reactiva respecto a la toma de decisiones y una inactividad permanente.

Luchar contra esta actitud puede resultar complicado, pero no imposible. Bajo mi punto de vista, hay que combatir el pesimismo mediante un pensamiento consciente dirigido a valorar cualquier aspecto positivo en nuestra vida, desde la sensación de descanso por las mañanas hasta la suerte de tener una familia y mucho tiempo por delante para disfrutar de ella.

Imagen de chiplanay en Pixabay

Para terminar, me gustaría remarcar que es prácticamente imposible deshacerse de las distorsiones cognitivas. En mayor o menor medida, todos las experimentamos. De hecho, estas alteraciones funcionan también como un medio de supervivencia. Al igual que el miedo, sirven como elemento de alerta ante el peligro.

Un consejo general que me gustaría darte, para finalizar, es que evites exteriorizar una distorsión en la medida en que tengas conciencia de que la estás experimentando. Esto te permitirá dejar de amplificar el problema.

¿Recuerdas la última vez que has vivido estas alteraciones en una situación? ¿Se te ocurren otros consejos para enfrentarlas? ¡Te leo en los comentarios!

Muchas gracias por tu atención. ¡Un saludo!

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