Hace unas semanas, compartí en este blog tres pasos para explorar un objetivo y diseñar el camino a seguir para alcanzarlo. El proceso que te propuse es aplicable tanto para objetivos personales como profesionales. Pues bien, otro elemento indispensable para lograr las metas que te propongas es el compromiso.
El compromiso es un factor esencial, ya que se encarga, junto con la motivación, de ponerte en marcha. El individuo comprometido tendrá mayor facilidad de avanzar y acabar alcanzando su situación deseada. De la misma forma, la falta de compromiso deriva en la apatía, lo que indudablemente te llevará a la inacción.
Hoy, me gustaría mostrarte cómo puedes analizar tu nivel de compromiso con tu propósito y ayudarte a amoldar tus objetivos para que te generen verdadera motivación. ¿Empezamos?
El mayor obstáculo para lograr una meta
Si sigues este blog, recordarás que suelo comentarte la necesidad de que tus objetivos sean SMART. En concreto, resulta tremendamente importante que tus metas sean alcanzables y realistas, que dependan de ti mismo/a. Esto tiene sentido porque solo de esta manera se eliminan al máximo los factores externos que no controlas.
Una vez que tus objetivos estén diseñados así, los obstáculos que se te presenten surgirán de tu interior. Es pura lógica: si no hay factores externos, cuando surja un lastre será creado por ti. Concretamente, uno de los mayores limitantes que suele encontrar la gente a la hora de lograr lo que se propone es la falta de compromiso con sus metas.
Pero, ¿de dónde surge el compromiso? Una persona se siente enlazada y motivada a llevar a cabo una labor concreta cuando siente que esta labor es funcional. Es decir, es importante que ponderes si las acciones que realizas realmente te conducen a tu meta. Además, tu camino debe tener un sentido personal. Es decir, no sólo te tiene que llevar a un punto, sino que es esencial que el trayecto esté alineado con tus principios y tus valores.
Entonces, lo que ocurre cuando la persona no se compromete o está desmotivada es que no encuentra un hilo que una ese camino que se ha propuesto con su propia forma de ser y actuar y con su propósito de vida. A continuación, te propondré una herramienta que te permitirá analizar dicho compromiso.
Estrategia de las 4 ventanas
La estrategia de las 4 ventanas es una dinámica a la que puedes acudir al comienzo de la persecución de un objetivo. Esta técnica te ayudará a concretar, a detectar si ese objetivo y las acciones que lleves a cabo para lograrlo te benefician o te pesan.
A continuación, te explico qué sencillos pasos debes seguir para la aplicación de dicha herramienta:
- Dibuja una tabla de doble entrada, con dos filas y dos columnas.
- En la primera columna, sitúa «beneficios». En la segunda, «costes».
- En la primera fila, escribe «cambio». En la segunda, «no cambio».
- Ahora rellena la tabla
Es fácil, ¿verdad? La idea es que completes los espacios con aspectos positivos y negativos de llevar a cabo ese cambio en tu vida o no hacerlo. Puedes empezar haciendo simplemente una lluvia de ideas, sin filtrar los elementos que incluyas. Posteriormente, jerarquiza los beneficios y los costes, clasificándolos desde más importantes hasta más irrelevantes. Esto es esencial porque, en ocasiones, un argumento a favor puede tener más peso que varios en contra.
IMPORTANTE: no vale repetir los mismos beneficios del cambio en los costes del no cambio, y viceversa. El motivo por el que la tabla tiene 4 cuadrantes (ventanas) y no 2 es porque se puede llevar a cabo un análisis mucho más exhaustivo estudiando cada camino (acción/inacción) por separado.
Los 2 posibles caminos
Tras poner en práctica la herramienta de las 4 ventanas, pueden darse dos resultados. El primero de ellos es que acabes percatándote de que un objetivo te motiva y te compensa, estando alineado con tus valores y tu propósito de vida. De esta forma, podrás ponerte manos a la obra. No hay mucho más que gestionar en términos de reflexión y planificación aquí.
No obstante, también puede ocurrir que no tengas suficiente compromiso con la meta que te propusiste. Esto quedaría demostrado cuando los beneficios del cambio no superen a los de la inactividad y/o cuando los costes de actuar sean más pesados que sus beneficios. En este caso, sí es necesario realizar modificaciones en el planteamiento. ¿Cómo?
Una palabra: sentido. Es esencial que entiendas esto: tus objetivos DEBEN darle un sentido a tu día a día, a tu camino. Esto se consigue cuando, como te he comentado anteriormente, te dirigen hacia tu propósito vital y van de la mano con tus valores. Por tanto, explora estos dos aspectos, encuentra la respuesta y adapta tus objetivos. Si te interesa, en el próximo artículo te compartiré una serie de herramientas para lograr esta reflexión.
¿Cómo ves esta herramienta? ¿La pondrás en práctica de cara a tus próximos objetivos? ¡Cuéntame en los comentarios qué te parece! Hablamos la semana que viene.