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9 preguntas para gestionar tu MENTE, tus pensamientos y tus emociones

La semana pasada, compartí contigo una serie de preguntas que te permitían analizar y mejorar el cuidado de tu cuerpo. Esta semana, seguiremos la misma dinámica, pero centrándonos en la segunda dimensión de las tres que componen nuestra vida: la mente.

El cuidado de la mente es igual o incluso más importante que el del cuerpo. Sí, es cierto que sin salud física directamente no podemos vivir. No obstante, ¿la vida merece la pena sin una salud mental que nos permita avanzar y ser felices?

Te recomiendo que te guardes las cuestiones que voy a comentarte a continuación. Con ellas, puedes llevar a cabo una revisión periódica de las variables que afectan a tu psique. Así pues, si te interesa maximizar tu rendimiento mental, sigue leyendo. ¡Vamos a ello!

El enfoque de tus pensamientos

El autor Harv Eker comenta que «Los pensamientos conducen a sentimientos. Los sentimientos conducen a la acción. La acción conduce a resultados». Por su parte, el emperador y filósofo Marco Aurelio afirma que «la felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos». Por tanto, queda claro que el raciocinio ocupa un lugar fundamental en tu bienestar y en el logro de tus metas.

En consecuencia, merece la pena observar y analizar qué camino toman esos pensamientos. Tu enfoque puede ser optimista o pesimista, objetivo o subjetivo, abierto o cerrado. En ese caso, puedes hacerte las siguientes preguntas:

  • «¿Tiendo a tener más pensamientos positivos o negativos? ¿Me paso de idealista? ¿Soy más pesimista de la cuenta?» En el término medio está la virtud. Por tanto, si detectas que te vas a cualquiera de los extremos, será recomendable que empieces a tomar conciencia y reorientar esos pensamientos radicales.
  • «¿Trato de pensar con objetividad de manera consciente o me dejo llevar cuando toca ser crítico?» Esto tiene mucho que ver con la primera pregunta. Cuánto más objetividad incluyas en tu mente, menos tendencia tendrás de irte a extremos irreales y subjetivos.
  • «¿Acepto ideas externas o tengo un pensamiento propio del que es difícil hacer que me mueva?» Merece la pena hacer la diferenciación entre aceptar y adoptar. Al aceptar, simplemente estás entendiendo como válidas los pensamientos que no congenian con tu visión. No es necesario que renuncies a tu personalidad y te creas todo lo que te cuentan. Esto, lejos de ser una mente abierta, es falta de crítica.

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La gestión de tus emociones

El otro gran grupo de elementos que habitan en la mente de cualquiera de nosotros son las emociones. Junto con los pensamientos, forman la famosa dicotomía razón-emoción (sorpresa: no es una dicotomía, ambas dimensiones van muy de la mano). Así, ocupan un lugar esencial en el funcionamiento de nuestra cabeza. Además, las emociones son muy peculiares porque, a diferencia de los pensamientos, no se pueden alterar como tal. Pero sí se pueden lograr gestionar.

Para ello, el primer paso es reconocerlas y aceptarlas.  Así, puedes pasar a analizar de qué hechos y pensamientos provienen. Por último, tocará tomar consciencia y utilizar esa razón de la que te hablaba para, precisamente, redirigir tus estados emocionales.

Así, en este punto toca hacerse un par de preguntas:

  • «¿Qué emociones predominan en mi día a día?» Como te he comentado, las emociones no pueden modificarse. Sin embargo, es necesario detectarlas para conocerte a ti mismo/a y para saber hacia dónde debes dirigir el trabajo, especialmente si las emociones negativas se imponen con frecuencia. Las emociones básicas son alegría, sorpresa, asco, enfado, tristeza y miedo
  • «¿Dónde se generan mis emociones?» Tanto con las positivas como con las negativas, resulta muy útil analizar qué estímulos te llevan a sentirte como te sientes en cada momento. Así, sabrás qué aspectos merece la pena perseguir (aquellos que te brindan emociones positivas) y cuáles es mejor evitar (los que generan negatividad). Aun así, te aviso de que las emociones negativas son necesarias, y no pueden esquivarse completamente.
  • «¿Cómo es mi gestión emocional? ¿Dedico tiempo a ello o no me interesa / no sé cómo hacerlo?» Esta cuestión te permite detectar tu actitud ante el cuidado emocional. Recuerda que una cosa es la aceptación y otra la resignación. Si estás en la segunda o si, directamente, te sientes perdido en este sentido y quieres aprender sobre ello, dímelo en los comentarios o escríbeme al correo (paco@coacharte.es).

Las distorsiones cognitivas

Emociones y razón convergen a menudo en un tipo de pensamientos condicionados que se alejan de la realidad: las distorsiones cognitivas. Caer en estos errores es habitual, y a todos nos ocurre. La cuestión es tomar consciencia y reducirlas al máximo.

Existen diversas distorsiones cognitivas (la mente es muy traicionera). Sin embargo, las preguntas de hoy están enfocadas a las tres más frecuentes: hipergeneralización, pensamiento dicotómico y abstracción selectiva.

  • «¿Suelo convertir hechos puntuales en conclusiones generales? ¿En qué situaciones me ocurre?» Esta es la hipergeneralización y ocurre, por ejemplo, cuando te sale mal una receta y por ello asumes que eres horrible en la cocina.
  • «¿Utilizo con frecuencia las palabras «siempre», «nunca», «todo» y «nada»? ¿Me ocurre más cuando hablo de mí mismo o de hechos y personas externas a mí?» Aquí, se habla de pensamiento dicotómico o polarizado. Comúnmente, lo conocemos como ser extremista. La idea es redirigir el pensamiento a los grises, a los términos medios. Pocos hechos suelen resultar en blanco o negro.
  • «¿Selecciono los medios según mi opinión y mis preferencias ideológicas o contrasto la información en distintos canales y a raíz de ello formo mi punto de vista?» Ese filtro por el que sólo accedemos a información en fuentes que favorecen lo que opinamos se llama sesgo de confirmación. Te contaría más al respecto, pero mejor te dejo este otro artículo donde profundizo mucho más.

No te preocupes si las respuestas te llevan a la conclusión de que caes en las tres distorsiones. Como te he comentado, todos las sufrimos en mayor o menor medida. Es solo cuestión de identificar en qué ambientes se presentan con más frecuencia.

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¿Qué opinas? ¿Te resultan útiles estas preguntas? ¿Añadirías alguna más según tu experiencia? ¡Te leo en los comentarios!

Espero que tengas un buen fin de semana. ¡Hablamos la semana que viene!

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